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Mostrando las entradas de mayo, 2024

Autobiografía - Segundo Momento

  El sábado pasado fui a lo de mi abuelo, que antes era lo de mis abuelos. Es una casa preciosa en el barrio de Mataderos, mi segundo hogar. Tiene un patiecito en la entrada y otro en el fondo, y por supuesto, la terraza. El living esta igual desde que soy chica. De hecho, toda la casa está igual desde que soy chica: los mismos acolchados en “nuestro” cuarto, las mismas fotos por toda la casa que se ven cada vez más lejanas, los mismos sillones. Lo único que no esta igual es mi abuela. Mi abuela no esta muerta. Tampoco diría que MI abuela esta viva. Hace más de dos años que la internamos en un “hogar para mayores”. La verdad es que no voy mucho a visitarla, no me resulta para nada fácil; su cara es otra y no emite sonido. En realidad, eso es mentira: se ríe. Mi abuela siempre se rio muchísimo. A carcajadas. Hasta no poder respirar. Pasábamos mucho tiempo juntas. Solía ir a buscarme al colegio y se quedaba hasta que mi papá volviese de trabajar. Iba todos los fines de semana a s...

Autobiografía - Primer Momento

             Me paré frente al cartel y sentí mi ilusión romperse en mil pedazos. "Prohibido el ingreso a menores de 8 años". Mire a mi mamá con los ojos llenos de lágrimas buscando una solución. Me devolvió una sonrisa. Habíamos caminado horas hasta llegar al faro y ahora yo no podía entrar. Sus escaleras empinadas y circulares, carentes de ventanas y con un aire concentrado y asfixiante, no eran aptas para una niña de cinco años. Mi papá y mi hermana subieron igual; me puso triste no poder acompañarlos y me sentí culpable de que mi mamá se perdiera de la excursión por mi culpa. "No te preocupes Cande. En tres años volvemos y subimos solo nosotras". Me puso contenta esa promesa, era todo lo que necesitaba escuchar. Me encantaba ir a La Paloma: la casa en la que nos quedábamos era preciosa, la gente era amable, las calles empedradas. La idea de volver resultaba esperanzadora y emocionante. Pero no volvimos y yo nunca me subí al faro con mi mamá. ...

Cuento de tensión

               Son cuatro las cuadras que separan al colegio de mi casa. Empecé a volverme sola hace poco así que voy atenta, no me gustaría que me roben y que mi papá crea que me tiene que acompañar. Hago el mismo recorrido todas las mañanas para ir y todas las tardes para volver, con la excepción de los viernes que freno a mitad de camino para comprarme un naranjú en el único lugar del barrio que se consiguen: “lo de Alicia”. Es viernes. Salgo del colegio y me despido de mis amigos. Veo que en el kiosco de en frente, el de Marcelo, ya se empiezan a aglomerar todos los que religiosamente al salir del colegio van a comprar algo. Camino hasta al esquina y paso por la parada del 92, le sonrió al chico del B que me gusta. Doblo hacia la izquierda y cruzo. De la mano de enfrente veo como salen las maestras del jardín. No me acuerdo el nombre y un árbol me lo tapa, pero sí leo la frase pintada en la pared rosa: ¨La vida está hecha de momentos co...